¿Hagamos un trato mejor?
Ahora que estuvimos de paseo en Buenos Aires mi hijo llevó hasta sus ganas de jugar Pokemón Go de vacaciones, por eso tuvimos que hacer un trato. Como nunca he contratado el servicio de roaming en ninguno de nuestros viajes dependemos sólo de las señales de wi-fi que podamos conseguir en el hotel o en diversos restaurantes, lo que obviamente dejaba a mi hijo sin la posibilidad de encontrar los pokemones que tanto quería.
Mi mayor complicación era que él no estaba disfrutando estar en otra ciudad, en otro país, únicamente por pasar el tiempo pensando en ese juego. Entonces se me ocurrió la solución perfecta: cada vez que encontráramos un centro de información turística (donde hay wi-fi gratis) mi hijo tendría algunos minutos para entrar a la aplicación y jugar tranquilamente, y el resto del tiempo se enfocaría en aprovechar el momento.
¡Nuestro trato fue todo un éxito! Bajó su ansiedad por jugar todo el tiempo y hasta pudo traer pokemones argentinos de regreso a Chile.
Esto me llevó a pensar en otros acuerdos a los que hemos llegado con mis hijos y aquí los comparto con ustedes:
1.- ¿Me puedo meter a la Piscina?
Somos muy afortunados de tener una piscina en casa. Maravilloso panorama para todo el verano, pero ¿qué pasa al comienzo y al final de la temporada estival?
Cansada de explicarles todo el tiempo a mis hijos cuándo hace suficiente calor o no para nadar, hace un par de años les ofrecí un trato. Si el termómetro marca 28°C desde el medio día en adelante significa "al agua pato". ¿Complicado? Para nada. Me tomó 5 minutos enseñarles a consultar la temperatura en el teléfono o en el iPad y desde entonces ellos han logrado identificar el momento perfecto para disfrutar de la piscina.
Es tan importante no subestimar las capacidades que los niños tienen y mientras más claras sean las reglas más fácil será seguirlas.
2.- Yo me visto sola.
¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir: "Quiero tener una niña para vestirla y peinarla"? Yo, muchas. Y en mi caso nunca he podido hacerlo.
Mi hija siempre ha disfrutado de combinar su ropa y de elegir atuendos a su gusto, lo que a veces significaba sandalias en invierno o botas de agua en verano y más de alguna pelea. Entonces, considerando sus preferencias y las mías, nos pusimos de acuerdo en qué momentos se puede usar tal o cual ropa. Manga larga si hace frío, doble polera si amaneció nublado o falda siempre con calzas.
Dejar de presionarla por la ropa o por el tiempo nos ha evitado muchas discusiones y ella es la más feliz porque siempre sabe aprovechar el tiempo que tiene para estar lista antes de salir.
3.- Yo elijo lo que quiero hacer.
Cuando tenemos que planear un día libre los niños siempre quieren hacer un montón de cosas y muchas veces cosas tan diferentes que es imposible hacerlas todas juntas.
Por eso acordamos que, en ciertas ocasiones, pueden elegir libremente lo que quieren hacer pero sin reclamar por las cosas que no hicieron.
Es un acuerdo tan sencillo y a la vez tan difícil de asimilar. Ahora casi no peleamos porque "yo quería estar allá y no acá!" o menos porque "yo quería comprar eso, no esto!".
Me gusta tanto que los niños se tomen el tiempo para pensar y decidir qué es lo que quieren hacer. Eso los ayuda a ser prácticos y organizados.
¿Quién dice que las reglas no podemos establecerlas en conjunto? Poner atención a sus gustos y opiniones es muy importante para mí y me parece que la mejor forma de demostrárselos es llegando a acuerdos.